Tipo de historia: un experimento en progreso

COMENTARISTA INVITADA

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Linda Shaw
The Seattle Times

En 2014, Linda Shaw fue designada editora del área de educación. Previamente, como periodista, había cubierto durante más de veinte años las noticias de las escuelas públicas para ese periódico. Por sus artículos ganó numerosos premios y distinciones locales y nacionales, incluso en 2008, cuando fue nombrada mejor periodista del año por la Asociación de Escritores de Educación (Education Writers Association).

THE SEATTLE TIMES

Menos lecciones y más acción: un nuevo enfoque para los cursos universitarios avanzados

Por Linda Shaw | 1 de marzo de 2014

En el novedoso curso avanzado de gobierno dictado en la escuela secundaria Garfield de Seattle, los alumnos raramente se sientan en silencio a tomar apuntes mientras el profesor se para frente a ellos a dar la clase. En cambio, debaten entre ellos. Redactan leyes. Se postulan a presidente en simulacros de elecciones y hacen de cuenta que son abogados que están defendiendo un caso ante la Corte Suprema de los Estados Unidos.

A veces, incluso se ponen de pie y gritan. Eso hizo recientemente Sanai Anang, mientras actuaba el rol de miembro de un grupo con base en Virginia que ejercía presión por la aplicación de controles de inmigración más estrictos.

Durante el simulacro de una audiencia pública, Anang —a quien le encanta sobreactuar— se paró de un salto sin que le cedieran la palabra y declaró, imitando un confuso acento sureño: “Los ilegales vienen y nos sacan el trabajo. No pertenecen aquí”.

Sus compañeros y el profesor Jerry Neufeld-Kaiser estallaron de risa.

Todos ellos forman parte de un experimento de enseñanza que comenzó hace seis años en el distrito escolar de Bellevue, cuando un pequeño grupo de frustrados profesores del curso de gobierno se asoció con investigadores de la Universidad de Washington y cambiaron completamente el plan de estudios habitual de los cursos avanzados.

En lugar de clases expositivas con unos pocos debates y proyectos ocasionales, pusieron la actuación y los simulacros en el centro del plan de estudios… como plato principal y no como postre o acompañamiento.

Su objetivo era resolver dos problemas que tenía el programa de cursos avanzados. Se trata del conjunto más grande de cursos de nivel universitario que ofrecen las escuelas secundarias de todo el país.

Primero, querían abordar la crítica de que los cursos avanzados cubren tantos temas y tan rápidamente que los alumnos pasan demasiado tiempo memorizando datos y muy poco tiempo analizando su significado e importancia.

Además, el equipo quería probar si un régimen continuo de ejercicios prácticos ayudaría a enfrentar el creciente índice de fracaso en los exámenes de colocación avanzada de algunos alumnos de grupos minoritarios.

Los miembros del equipo empezaron con el curso de política y gobierno de los Estados Unidos, una de las opciones más populares de los cursos avanzados. Eliminaron la mayoría de las clases expositivas, que generalmente son el núcleo del curso, y las reemplazaron por cinco proyectos más profundos.

Luego, siguieron con el curso de ciencia medioambiental y ahora están trabajando en el de física.

La transición no fue fácil para los alumnos, tan acostumbrados a que les digan exactamente qué van a aprender al comenzar cada tarea.

Tanto los alumnos como los profesores se quejan de que terminar los proyectos —y también planificarlos— puede llevar mucho tiempo. Y, si lo hacen mal, pueden ser una pérdida de tiempo.

Pero hasta ahora, los resultados son prometedores y demuestran que los cursos basados en proyectos pueden brindar profundidad y suficiente amplitud para que los alumnos aprueben los exámenes de colocación avanzada que se toman en primavera.

El experimento se está llevando a cabo en unos sesenta cursos de Washington, Iowa y el Norte de California. En los exámenes de colocación avanzada, los alumnos participantes han obtenido las mismas notas —e incluso mejores— que los alumnos de grupos de control en escuelas que utilizan un enfoque centrado en las clases expositivas.

Por lo general, han obtenido mejores notas en otro examen que los investigadores diseñaron para ver en qué medida los alumnos entienden lo que aprendieron, si bien esos resultados han sido variados.

Los investigadores no analizan los resultados según la raza de los alumnos porque creen que las brechas de logros se basan en diferencias de clase social y no de raza. Descubrieron que este enfoque puede dar resultado con alumnos que provienen de hogares de bajos ingresos, así como los de vecindarios de clase media y alta.

El año pasado, por ejemplo, el 88% de los alumnos de dos escuelas con alto nivel de pobreza que participaron en el experimento aprobaron el examen de primavera del curso avanzado de gobierno de los Estados Unidos. Este porcentaje es mucho más alto que el 24% para alumnos de escuelas comparables en todo el país.

El auge del programa

El programa de cursos avanzados se inició en la década de 1950, como una forma para que los alumnos de las mejores escuelas secundarias recibieran créditos universitarios.

Durante las dos últimas décadas, la participación en el programa creció muchísimo y, el año pasado, más de dos millones de alumnos rindieron al menos un examen de colocación avanzada.

Pero, así como creció la popularidad de los cursos, también aumentaron las dudas acerca de su calidad.

Supuestamente, los exámenes de colocación avanzada que se toman en primavera cubren los temas que los alumnos aprenderían en los cursos introductorios usuales de las universidades. No obstante, muchos profesores se quejan de que el material es tan extenso que las clases deben prolongarse para cubrir muchísima información.

Los críticos también se preguntan si el auge de estos cursos, surgido de la iniciativa de abrir el programa a todos los alumnos interesados, no predispone al fracaso a los alumnos que no reciben una buena preparación.

El programa es administrado por College Board, una organización sin fines de lucro que se ocupa de atender esas mismas dudas, continuamente agilizando los exámenes para que los alumnos tengan más tiempo de estudiar en profundidad.

La organización sigue atentamente el experimento de aprendizaje, ya que le interesan sus resultados prometedores. En 2012, College Board invitó a los líderes de proyecto a una conferencia sobre la colocación avanzada, para presentar sus ideas a profesores de cursos avanzados de todo el país.

Es importante que los alumnos lleguen a comprender los temas profundamente, dice Auditi Chakravarty, vicepresidente del programa de colocación avanzada. “Y para eso se necesita algo más que el aprendizaje pasivo que consiste en sentarse y escuchar”.

Usar una idea vieja

El experimento de los cursos avanzados que empezó en Bellevue surgió de conversaciones entre los investigadores de la Universidad de Washington y Mike Riley, un superintendente de Bellevue que había promovido un gran aumento en la participación de los alumnos en los cursos avanzados dentro de su distrito.

Pensaban que podían mejorar los cursos empleando una idea que se remonta a la década de 1890, cuando el reformista de la educación John Dewey promovió la idea de “aprender haciendo”.

En el mejor de los casos, el aprendizaje basado en proyectos puede ayudar a los alumnos a comprender la importancia de las clases y a retener más de lo que aprenden. En el peor, puede ser entretenido, pero no mucho más que eso.

Las investigaciones acerca de su efectividad son variadas, en parte porque el enfoque de proyectos puede significar tantas cosas distintas.

Los miembros del equipo de Bellevue y la Universidad de Washington apodaron al enfoque “aprendizaje riguroso basado en proyectos”, para distinguirlo de otros intentos poco definidos que habían dado al término una mala reputación.

No abandonaron completamente la enseñanza tradicional. Los alumnos aún rinden exámenes y hacen la tarea. Al final del curso, todavía rinden el examen habitual de colocación avanzada.

El equipo pasó un año planificando el primer curso de gobierno de los Estados Unidos basado en proyectos, que ahora es anual, y buscando proyectos que pudieran adaptar para no tener que crearlos desde cero.

Luego reclutaron al primer grupo de alumnos participantes del experimento y les prometieron que la experiencia de los cursos avanzados aún sería difícil, pero más interesante e incluso divertida.

Un camino inicialmente difícil

El primer año resultó ser más difícil de lo que muchos habían anticipado.

Algunos alumnos se quejaban de que no sabían lo que deberían estar aprendiendo y tenían dificultades para trabajar en grupo de manera productiva.

Muchos alumnos temían no estar preparados para cuando llegara el momento de rendir el examen de colocación avanzada de primavera (lo mismo les preocupaba a algunos de sus profesores).

“Para ser sincero, creí que no les estaba dando lo necesario”, comenta Tim Shultz, profesor de la escuela Newport High.

Algunos profesores todavía se lamentan de que el curso ahora dure más tiempo, lo que significa que los alumnos ya no pueden anotarse en un curso correlativo común, como el de gobierno comparado, durante el mismo año escolar.

El experimento también ha sido costoso.

Hasta la fecha, el equipo ha reunido unos 6 millones de dólares para financiar su trabajo: la mitad proveniente de la Fundación Educativa George Lucas y el resto de otras fuentes, como la Fundación Nacional para la Ciencia y la Fundación Bill y Melinda Gates. (La Fundación Gates es la principal auspiciante del proyecto del Laboratorio de Educación de The Seattle Times). Aun así, Schultz y otros profesores respaldan el nuevo enfoque.

Les encanta ver cómo los alumnos dejan de contar cuántos puntos vale una tarea y, en cambio, cómo se meten de lleno a planear una campaña política o a ejercer presión por un proyecto de ley.

“Lo que hacía antes era enseñar para el examen”, explica Schultz. “Les decía: ‘Apréndanse estos 50 casos y les va a ir bien en el examen’”.

Ahora, asegura que enseña a los alumnos cómo usar precedentes legales para ayudarlos a pronunciar un buen alegato ante una simulada Corte Suprema, y sólo a veces agrega: “Ah, por cierto, esto entra en el examen”.

Los profesores también opinan que este enfoque ayuda a muchos alumnos que no provienen de familias privilegiadas y que quizás no tienen la costumbre de hablar de política durante la cena. Hasta que no les toca representar a un legislador, a un juez o a un candidato, posiblemente no tengan idea de qué se ocupan esas personas, expresa el profesor Neufeld-Kaiser de la escuela secundaria Garfield.

Pero después de redactar un proyecto de ley o presionar a sus compañeros para que lo voten, entienden la cuestión. “Se les hace mucho más fácil comprenderla porque la han vivido”.

Durante el segundo año, los profesores dejaron de lado algunos proyectos y corrigieron otros, y encontraron formas de evaluar a los alumnos según sus contribuciones individuales, de manera de evitar que un alumno se hiciera cargo del proyecto e hiciera la mayor parte del trabajo.

Algunos profesores les advirtieron a los alumnos que podrían sentirse incómodos con el nuevo enfoque, pero que debían tener confianza en el proceso, que otros alumnos antes que ellos habían aprobado el examen y que ellos también podían hacerlo.

“Primero, involucrarse”

Cada proyecto sigue un conjunto de principios comunes basados en investigaciones sobre cómo aprenden mejor las personas.

Uno de ellos es el de sumergir a los alumnos en un desafío, y luego seguir con clases expositivas y lecturas para ayudarles a descubrir cómo resolverlo; este es un enfoque que los investigadores llaman “primero, involucrarse”.

Además, planifican cada curso alrededor de una pregunta principal, que los alumnos retoman después de cada proyecto, idealmente habiendo alcanzado cada vez a un nuevo nivel de comprensión.

John Bransford, un respetado experto en aprendizaje y miembro del equipo de Bellevue y de la Universidad de Washington, indica que esperan ayudar a los alumnos a adquirir experiencia, de la misma manera que los músicos mejoran con la práctica guiada y repetida.

A principios de este año, en la escuela secundaria Sammamish de Bellevue, se llevó a cabo un proyecto sobre el presupuesto federal que ilustró cómo este concepto se manifiesta en la práctica.

Primero, la profesora Katie Piper les mostró a los alumnos un documental donde se presentaba el preocupante panorama de la creciente deuda externa del país, y se explicaban brevemente los subsidios y la teoría económica.

Luego les encargó pensar en una propuesta con la que se pudiera reducir considerablemente la deuda y que tuviera elementos que atrajeran tanto a los demócratas como a los republicanos.

En menos de dos días, los alumnos estaban teniendo profundos debates acerca de los beneficios del Seguro Social, los vacíos legales en los impuestos, Medicare y los recortes impositivos implementados por el presidente Bush, todas nociones que algunos apenas entendían cuando empezaron el curso.

El objetivo no era que los alumnos se convirtieran en expertos financieros, sino darles más conocimientos sobre cómo funciona un gobierno; en este caso, todo lo que entra en juego a la hora de aprobar un presupuesto.

El último día, tres grupos presentaron sus propuestas a la clase y a un invitado experto, el administrador municipal de la vecina ciudad de Newcastle.

Seve Sandomirsky, de 17 años, se esforzó por lograr la aceptación del plan de su equipo, colmado de soluciones liberales —como llenar los vacíos impositivos de las corporaciones— y falto de cualquier cosa que pudiera atraer a los legisladores más conservadores.

Para exponer la presentación, se puso una camisa de vestir azul y una corbata. Esperaba persuadir a todos los que tuvieran un sentido de equidad diciendo que, desde hace ya mucho tiempo, las empresas evaden impuestos que deberían estar pagando hace años.

“Tuve que reunir muchos recursos para poder proponer este plan como un acuerdo bipartidista”, declaró Sandomirsky más tarde.

El joven demostró entusiasmo por el enfoque de proyectos, incluso mientras admitía que puede dar mucho trabajo.

“Una mayor comprensión es mucho más enriquecedora que escuchar una lección y repetir datos memorizados”, comentó Sandomirsky.

Algunos alumnos del profesor Neufeld-Kaiser dijeron lo mismo.

“En lugar de leer acerca de lo que hace la gente, esto permite ponerse en su lugar”, observa Israel Brown. En vez de prepararse para el examen, “esto se parece más a prepararse para la vida real”, agrega su compañera Rahel Solomon.

A Neufeld-Kaiser y a algunos otros profesores les agrada tanto este enfoque que también lo aplican en otros cursos no universitarios.

Los profesores de Sammamish, inspirados por lo que vieron en los cursos avanzados basados en proyectos, están rediseñando la mayoría de sus cursos principales de manera similar.

Algunos profesores destacan que este enfoque no es el mejor para todos los alumnos, ya que algunos aprenden bien simplemente con las clases expositivas.

A pesar de ser fanática del enfoque, la profesora Virginia Evans, de Newport, también se pregunta si eso ayuda o perjudica a los alumnos cuando llegan a la universidad. “La realidad es que las universidades son como mis clases que no se basan en proyectos”, informa Evans. “Los profesores dictan las clases y los alumnos escriben ensayos”.

Los investigadores todavía no declaran una victoria completa.

En parte porque, aunque los primeros resultados son prometedores, podrían reflejar el llamado efecto de “usuarios pioneros”, que es cuando cualquier programa que cuente con profesores entusiastas dará inicialmente muy buenos resultados, que luego irán disminuyendo cuando sea utilizado más ampliamente.

El equipo de investigación continuará su estudio durante algunos años más, esperando reunir evidencia suficiente para convencer a muchas más escuelas de que el aprendizaje riguroso basado en proyectos puede mejorar los cursos avanzados.

Los miembros del equipo no apoyan la idea de que todos los alumnos de la secundaria tengan que hacer cursos de nivel universitario pero, para aquellos que sí lo hagan, quieren que los cursos tengan la dificultad correcta.

Todavía debaten exactamente cuál es ese nivel, pero saben cuál no es.

“¿Realmente has aprendido algo si sólo memorizaste algunas definiciones?”, pregunta el profesor Walter Parker, de la Universidad de Washington, uno de los principales investigadores del experimento.

“Probablemente sea algún tipo de aprendizaje, pero no llega a ser un aprendizaje profundo, un aprendizaje significativo”.